Foix y lo cómico




Caricatura por Columba vía Grandes del reino cómico






En este ensayo de Foix se pasa revista a unos cuantos autores que han tratado de algún modo el tema.

Ante todo, una breve diferenciación entre estos lexemas*, de los que para su exploración se tiene en cuenta la noción de juegos de lenguaje wittgensteiniana:


La risa: es un fenómeno endógeno con  (porque hay) constatación fisiológica tanto fónica como gestual, que se suele asociar a una supuesta causa exógena. (Debiera decirse se suele causar a una asociación exógena). Tanto en éste lexema, como en el de humor, la descripción química y empírica cobran importancia. 

Lo cómico: la noción etimológica, derivada de los géneros literarios; en este caso, más específicamente de los géneros dramáticos, la comedia.

El chiste: asociado con la lengua madre, y de allí la intraducibilidad de ciertos chistes; un chiste entendido como ejecución verbal, por lo cual tiene un despliegue discursivo-narrativo, muestra así una suerte de inclusión de este tipo en el fenómeno humorístico.

El humor: ligado originariamente a la teoría de los humores, al metabolismo visto en bruto, tiene su parte endógena. Y como fenómeno estudiado por la antropología, su parte representacional, inserta así la noción de la necesidad de una acontecimiento en el pensamiento problematizando la noción misma de pensamiento. A este respecto, la asociación -por eso mismo, falible- de que el humor en su acepción representacional sólo es propio del (o define al) hombre no es condición suficiente para discriminarlo en los animales. Para ello debe volverse a los lexemas humor y risa, por donde la asimbolia hace pie.

La tipología desvía, como se sabe y ve, el orden, en pos de un mayor esclarecimiento de la naturaleza del fenómeno tendiente al tópico, en Foix, de lo cómico. 

El caso de Kant, que toca el tópico de la expectación y el de la nada, roza así la escuela existencialista y las teorías modernas del deseo, la llamada ciencia del deseo, el psicoanálisis y las postreras teorías biologicistas: "la risa es consecuencia de la expectación que se transforma en nada", esta es la idea base en Kant. Otros términos comienzan a girar creando un efecto tipológico que conduce a la noción de juegos de lenguaje, y a la más amplia y más potente noción de asociación libre. Más potente, en resumidas cuentas, porque la noción de asociación libre remite al estudio pierciano del signo, una noción de que el juego de lenguaje es un esfera de sentido caprichosa y al hacer hincapié en el individuo muestra un microcosmos de los juegos de lenguaje seguramente no menos caprichoso, que tiene sus variantes teóricas en diversas analíticas, como ser el estudio exhaustivo de la tópica de un autor, cualquiera sea su disciplina. 

Otras nociones involucradas son por ejemplo la noción de atención de la psicología decimonónica, en este sentido: lo cómico desmiente la atención. Irrealiza la atención: torna irreal lo observado, y lo frustra. Descontextualizada del esquematismo de la psicología decimonónica o prepsicoanalítica, la atención se une así a la expectación referida y a la pregunta célebre de Kant: "¿Qué esperar?" También se usa "esperanza frustrada" y así se puede explorar el fenómeno de la expectación como un trastorno de la atención normalizado por la costumbre, lo mismo que el amor. Como dice Foix, el pensamiento tendría intenciones y en el fenómeno cómico sucedería el incumplimiento de esas intenciones: "El engaño al pensamiento con sus propias armas". 

La importancia del acto fallido freudiano reside a efectos tipológicos ya que en esta ocasión tenemos el ejemplo de un engaño al pensamiento un tanto menos deliberado con respecto a la ejecución deportística del humor propia de la profesionalización del humor, el cómico. Lo cual por ello problematiza, ahora también, la noción decimonónica de voluntad. 

Básicamente parecería que Foix define lo cómico como ataque plebeyo a un orden augusto (puro, patricio, noble). Todo fenómeno cómico se produciría  necesariamente en el entendimiento, y produciría efectos allí. 

Foix subraya que Kierkergaard tiene un punto de vista religioso; a partir de ello define lo cómico como el advenimiento de lo contrario traído por aquello de lo cual es contrario, esto traería como consecuencia una visión dialéctica-hegeliana entre la Razón y la existencia en el mismo Kierkergaard. Partiendo de la noción de que el lexema Dios (judío) sería una fenómeno de paranoia colectiva que encierra una idea totalmente opuesta a la griega de naturaleza, esto es, una naturaleza dominable a través de fórmulas mágicas, partiendo de esto, decimos, el Dios patrístico, el Dios encarnado, sería una metáfora de lo cómico en Foix. Al decir esto, podemos entender que Foix-Kierkergaard entiende por metáfora estructura: a pesar de que lo cómico sea una frustración del pensamiento, el pensamiento siempre se recobra y es lo cómico lo que se frustra, o mejor aún, se diluye. Lo cómico destruye la lógica, eleática, igual a sí misma -tal enuncia Foix-, o produce una fisura, lo mismo que la estructura de la idea de Dios encarnado, vencedor escolástico del principio de no contradicción. Aquí nace el divague escolástico que es rastreable hasta el pensamiento spinoziano -con vetas harto extravagantes como ser un Dios que es menos Dios, menos perfecto, si sólo es puro espíritu- y llega hasta nuestros días y se vuelve más profundo en las charlas de café y en las conversaciones; en suma, toda vez que nos interrelacionamos con el prójimo.  
Es clara la noción de la naturaleza de lo cómico que Foix retoma desde Kierkergaard: erótica, y por ende, "el hombre intuye desde su pensamiento un mundo que no le pertenece" al mejor estilo decadentista que, al hablar justamente de decadentismo, atraviesa esta definición atribuida Oscar Wilde en la Wikipedia: "El humor es la gentileza de la desesperación". Lo mismo se está diciendo cuando se refiere que el diablo es el genio de lo cómico cuyas características ya son estereotípicas: actúa por sorpresa y en última instancia volviendo a la vaporosa categoría dialéctica de Hegel: la sorpresa es una ruptura provocada por la persistencia de un hábito. Estas cualidades definidas por Foix en lo cómico como la actuación por sorpresa, son variaciones de las que luego encuentra en Baudelaire, el movimiento de la risa es como la del diablo, sin propósito. Por último, Foix rubrica esto con una cita del propio Baudelaire: "Los ángeles no ríen nunca".

En Bergson. La violentación de todo aquello que atenta contra lo vital es lo cómico. Así el humor sería una respuesta lógica desde un punto de vista vitalista, pero no pertinente desde el punto de vista del entendimiento ¿o sí?: hallazgo de un sentido que era posible pero no es el sentido al que se estaba refiriendo. He aquí el problema: cualesquier cosa que quiera decirse por entendimiento desde la mirada vitalista -que va bien con el meme evolucionismo- todo entendimiento es la interacción entre el pensamiento de cualquier organismo y su medio. El problema se suscita no necesariamente en el referente, sino más bien en la expectación que establece a partir de sí toda forma de referente. Asimismo referente-expectación funda a su vez la noción de causa que como observa Foix en Kafka -al que dedica unas páginas- está obstaculizada. Así la noción de angustia tan mentada en este escritor se despliega como comicidad. En Kafka lo cómico no acostumbraría desplegarse como juego verbal sino más bien en las acciones representadas allí, propiamente de los personajes (y en los relatos largos acaso se intensifica): estas acciones son impedidas. Como refiere Foix, la razón se exacerba, lo mismo que en el Quijote por el efecto de insistencia en el cometido, lo cual nunca se produce. Cuando la expectación está de este modo fracturada, la esperanza encuentra en lo cómico un sentido que no es el que primeramente se busca: el medio es hostil al sentido por lo cual nace este segundo sentido que es propio de lo desatinado. En el caso de Kafka, donde tal vez haya una exploración exhaustiva del mundo judío -es decir de aquel del cual cuyo Dios es el resultado de una paranoia colectiva-, es buen símil la noción vulgarizada de Joseph Klatzmann "reír para no llorar" que coincide con la noción de humor en Freud: su consecuencia, la risa, es una forma de "ponerse por encima de las circunstancias". El artículo de Freud en cuestión comienza con un relato que tiene notas, diríamos, no curiosamente kafkianas: un hombre que está por ser ejecutado un día lunes, dice unas últimas palabras: "Qué buena forma de empezar la semana". 
Como decíamos, la expectación, lugar de seguridad, es la verdadera noción de profecía: el tener qué esperar es justamente lo único profético.  
Al final de su ensayo, Foix, dice algunas insensateces interesantes tales como una supuesta prueba cómica de Dios: si el hombre tuviera éxito no sería necesario Dios (esto es: si lo cómico no fracasara). Ergo, Dios existiría. Lo cual es cierto, la prueba de Dios es posible sólo semánticamente y siempre se logra en tanto toda prueba es intencionalidad.

El caso de la sonrisa es interesante al efecto de un símil con la noción de idea en Hume: la sonrisa se vería como una forma suave o débil de la risa lo mismo que la idea lo es de la impresión. 
También lo es la recurrencia de la sonrisa en lugar de la risa en casos de personalidades más autistas. Un ejemplo célebre pudiera ser un retrato que por allí puede leerse acerca del poeta Gustavo Adolfo Bécquer en el que se refiere que nunca reía, sino que sólo apenas sonreía, lo cual asocia la personalidad melancólica con el autismo sólo atendible en un grado probabilístico. 
En este tenor, de etiquetas clínicas, habrá que escuchar al científico, sobre todo al bioquímico y al evolucionista: donde la risa nada tiene que ver con la alegría -y por ello con la tristeza- sino con la proliferación de una sustancia relacionada con el movimiento, la excitación, la huida, la violencia, la ira, etc., ya sean aminas biogénicas u hormonas, u otras sustancias marcianas por descubrir. 
El que la risa nada tenga que ver con estas emociones referidas hace más viable las demostraciones neurológicas por la cuales el llamado sistema límbico, para el cual habrá una cartelera de funciones, está relacionado con la risa. Y su desarrollo en otros animales tendrá así, como consecuencia, la función de supervivencia de la risa y sus derivados.
Hay muchos ejemplos interesantes: la cita a Nietzsche es trágica en el sentido de su tópica conocida: la risa es un invento del sufrimiento por lo cual el "humor negro" es desde un punto de vista "vitalista" un pleonasmo o epíteto. Pruébese con esto: "humor trágico" O retomando los cotejos del bioquímico, la risa es un estado maníaco. 
Otro ejemplo célebre que puede referirse es la tópica de una novela de César Aira: Cómo me reí donde a través de este hiperónimo del título, si mal no recordamos, los que se ríen son los otros: el autor se queja de que le cuenten que haga reír aquello que escribe, lo cual para él no tiene gracia alguna. 
La sonrisa en la era de las telecomunicaciones, específicamente en el campo de la imagen y la televisión tiene una riqueza explorable. Los fenómenos patéticos de la televisión de los reality de -Argentina, v. gr.- son mucho más iluminadores que cualquier documental al respecto -aguzado por las emisiones en vivo; de hecho, las transmisiones en vivo tenían que traer como consecuencia el reality- y que muestran el decadentismo del payaso cuya sonrisa eternamente inscripta en el rostro no es sino un automatismo causado por la mirada del otro -el Otro sádico, en Lacan-Zizek-, estilizada en la lente de la cámara. En el film El club de la pelea el doble psicótico del protagonista "acusa" -palabra que subrayamos porque el que acusa nunca es sino el acusado- al atormentado héroe diciéndole "tienes algo enfermizo en la risa". 
Asimismo el cáustico Ambrose Bierce, también puede decir algo al respecto, de seguro tiene una entrada en su Diccionario del diablo para la palabra humor que diga algo como lo que se dijo arriba. 
La noción de humor del cómico y actor Diego Capusotto, que no es ningún teórico -al menos comprobado-, reviste interés; la idea es más o menos ésta: "no hay humor absurdo, todo humor es absurdo", lo cual para los taxonómicos será asunto de salvedades. Vale este ejemplo último como anécdota oral del cómico referido, como ésta otra de Woody Allen: Wikipedia dice que su humor se caracteriza por una "degradación de lo serio y enaltecimiento de lo vulgar". A pesar de que es notoria su incapacidad para lo trágico, partiendo de su cara inexpresiva, suerte de actor cuya cara es uno de los ejemplos más acabados de una careta, más interesante es su melancólico fallo, desde la posición cinéfila, sobre su obra fílmica según la cual refiere que no hay en toda ella ninguna obra maestra.  

La tríada de filósofos Platón-Berkeley-Hegel son siempre disgustantes porque acaban siendo lúcidos verbales: Platón, por ejemplo, cuando refería que el género más parecido a la verdad era la tragedia y el menos parecido, la comedia, parece, contradictoriamente, alejarse de su Teoría de las ideas, lo cual lo vuelve irrebatible.
Para terminar, la noción de comedia en Jacques Lacan tiene muchas pretensiones en la actualidad: la comedia es vulgar, -como sabían los griegos- y su risa es un conformismo imbécil que no tiene otras pretensiones que sostener el estado de cosas. Como dice Lacan -y debiera citarse como uno de sus tantos aforismos- "la comunicación hace reír": que traduciremos tentativa y humildemente  como: "te ríes porque entiendes lo que quieres entender por lo que digo". Esta risa es la de la comedia, la del eterno espectador de Samuel Johnson que tiene muy en claro que aquello que lo hace reír no es sino una mascarada que a fin de cuentas no le incumbe o dicho de otra forma, que no compromete su seguridad, o dicho también de otra y para por fin terminar: que nunca deja a la duda salir de su suspensión.      





* La definición oficial (DRAE) de esta palabra "Unidad léxica mínima, que carece de morfemas (sol), o resulta de haber prescindido de ellos (terr, en enterráis), y que posee un significado definible por el diccionario, no por la gramática" nos dice que cometemos el  error terminológico de tomar el todo por la parte producto de un estado emocionante.