Disparates ingeniosos de Cioran




Vía ADMIRAL COD





El libro Conversaciones contiene 20 entrevistas. Aquí, notas sobre las cinco primeras.


Con Bondy.
En esta entrevista declara que el origen de su "odio del mundo" lo entiende ligado a la secta gnóstica de los Borgomilos (antecesores de los cátaros), también a que para él "la creación y el pecado son lo mismo", y además, esas características forman parte de la cultura balcánica. Bondy, el entrevistador detecta la vivacidad de Cioran a pesar de sus ideas "pesimistas". Lo disparatero de Cioran lo hace hablar en sus libros como en sus entrevistas, metiendo bocadillos ("Kafka me pareció muy deprimente"). Haragán confeso, prometió una tesis sobre la ética de Nietzsche pero lo hizo por formalidad, para gozar de los beneficios del Instituto Francés, y luego repite una misma actitud con La Sorbona, que es muy célebre, la de eterno estudiante al que le seduce más recorrer Francia en bicicleta. Chispeante "El cristianismo está perdido, pero la historia también" intuye que en la consideración lineal del tiempo está involucrada la pesada tradición cristiana. Nunca del todo ajeno a sus mismas afirmaciones, insiste con la catástrofe de la humanidad: "... ese hormiguear de hombres que ocupan el sitio de todas las demás especies", "Acabaremos convirtiéndonos en una sola y única metrópolis". Confiesa que no podría escribir teatro como su amigo Ionesco, porque no podría pensar y procesar: él escupe.

Con Savater.
Savater, otro que lo entrevista, le lee un fragmento suyo y ahí comienzan los disparates: "si no hubiese emborronado papel, me hubiera matado hace mucho". Otra cosa que dicen muchos, también las ha dicho Cioran; es un pensamiento que al hombre lúgubre o que se siente monstruo le suele venir a la cabeza: "si no hubiese escrito, hubiera podido convertirme en un asesino". Sostiene que ha vivido más (o mejor) porque ha injuriado la vida y a sí mismo. 
Su infancia fue inmejorablemente feliz y la rusticidad de Rumania era amada por él (en la gente, en su analfabetismo, etc.).
"Yo no soy pesimista, sino violento", "Mis libros no son deprimentes, del mismo modo que un látigo no es deprimente". La filosofía, para él solo es posible como explosión, bajo su forma de fragmento. La explosión es honradez. Y también la extensión es, influenciado por Nietzsche, inauténtica. Uno de sus filósofos de cabecera es Georg Simmel. Le interesa la filosofía-confesión y los escritores-casos (clínicos): "De Heidegger me interesó la vertiente kierkergaardiana, más que la husserliana". Sartre es un empresario de las ideas (esta idea está en Breviario... que salió poco después de El ser y la Nada, que no leyó por su estilo. Le dice débil mental a Teilhard de Chardin porque le respondió que el "dolor y el sufrimiento" eran un accidente de la evolución (todo esto hablando sobre la utopía, tema éste del que escribió un libro). En este sentido el francés es muy utopista, tiene imaginación política, carece de imaginación metafísica: "... si soy un verdadero escéptico, no puedo estar seguro ni de la catástrofe".
Sobre el cambio de la lengua al francés cree que es algo que hace reflexionar sobre las palabras mismas. Las palabras, al escribir en francés, se habían vuelto independientes (lo miraban). Sin embargo, siente que el francés es una lengua que "no casa con nada". 
La descripción de su hastío o tedio es un vacío, un desapego, pero tranquilo. Como otros, le da un carácter de clarividencia ante la futilidad misma que es la vida.

Con Perz. 
"Si hubiera tenido una verdadera enfermedad habría sido una liberación para mí.", reflexión del todo imprecisa. Su padecimiento por excelencia es el hastío, lo cita en francés como cofard (desánimo). A los 17 años empieza a padecer insomnio: "pasaba todo el día acostado". Cioran describe claramente tres etapas en su vida: la infancia, totalmente feliz y perdida, su juventud, llena de intensidad y maldición, y su edad actual, un fracaso viviente. 
Al revés de lo que sucede con la mayoría, Cioran pensaba en la muerte de joven "era una obsesión y un pensamiento". "Filosóficamente es lo más normal que todo nos parezca inútil". Por eso juzga que el momento justo de la historia sucedió en la India antigua cuado reinaba la vida contemplativa, basada en "mirar sin ocuparse". El conocimiento, entiende con clara reminiscencia del Génesis, es la maldición del hombre. 

Con Duval. 
El sentido de la conversación en Cioran es casi freudiano (hablaje), piensa que ésta hace que se retire momentáneamente la obsesión. 
Sabe que hay tesis sobre su obra, pero está en contra de las tesis. Baudelaire y Pascal son los dos franceses en los que más piensa pero declara que un profesor español dijo que el único con el que no se emparenta Cioran es Pascal. Pero Cioran está ligado a Pascal porque entendió que había ventajas en la enfermedad (como leyó que Pascal le habría dicho a su hermana).
Sobre su fragmentarismo habla siempre bastante, siempre se le pregunta sobre ese tema. Desarrollar algo le resulta una frivolidad, ya que toda forma de escribir busca "demostrar". 
Ya que el francés es ya una lengua esclerosada, él debía ser claro en ella (en rumano no necesariamente). El ejemplo que sigue es el del mismo Pascal, en quien siendo el francés su lengua, reescribió mucho. Cioran debía "pulir su meteco" (condición de apátrida ante el francés). Supone que hay una historia en la lengua francesa que trata de cómo mejor escribir, y él no la obvió. Reivindica publicar, porque, como con la conversación antes mencionada, hace que salga algo obsesivo de él. 
Sobre hablar de uno y de vivir se despacha lapidariamente: "Todo tipo que no se suicida está prostituido". "Las personas más puras son las que no han profesado nada, o escrito". Del psicoanálisis critica su reducción a la palabra, "que no da opción de no hablar" ("la palabra se vuelve tortura").
Como escritor se hace llamar escritor "de resultado" y no "de proceso" (el problema de transmitir la sensación en la fórmula, limpiando la fórmula, lo mueve a escribir como escribió). Se siente próximo a los byronianos rusos, de Dostoievski su personaje preferido es Stavrogin (aquejado por el tedio). No ha leído mucho a Conrad pero Perz le dice que tiene de él, por ejemplo Lord Jim: "Dejarse engañar o perecer". Últimamente incapaz de leer novelas, es capaz, no obstante, de leer memorias como pocos. 
Cioran insiste en la catástrofe final, pone como ejemplo un embotellamiento de autos (es la idea típica de que el hombre hace algo para bien y sale mal).

Con Gillet. 
Éste dice "oír la letanía de sus títulos". Cioran cuenta que los primeros libros fueron como un ajuste de cuentas con la vida. Luego siguió escribiendo porque no tenía profesión. Sobre la degradación del pensamiento cita a un filósofo rumano, Lupasco, que identifica la afectividad con lo Absoluto. Hay proyección de afecto en la ideas y por ende se vuelven peligrosas. Los filósofos, que se suponen neutros y desprecian a la masa por su ideología (que es pasión por la idea) también son esclavos de ellas. Él era demasiado orgulloso para leer a los historiadores cuando era joven y empezó a hacerlo a los 40, y se dio cuenta de que si profundizaba en una época histórica cualquiera veía la obra del diablo. Esta visión coincide con la de Europa del Este. El hombre cree que domina la historia (con creerlo la historia lo domina a él) el juego es el mismo que con el de la libertad: lo que va aquí es decir "somos libres y no somos libres". "Hago todo lo que hacen los que están vivos, pero no creo en lo que hago". La historia tiene un curso, pero carece de sentido. Lo mismo, entonces, va para el individuo. En el caso de la historia da el ejemplo del esfuerzo del a través de los años del imperio romano y el no saber, no obstante, que serían invadidos por bárbaros germanos. 
Cioran recuerda las Memorias de Saint-Simon cuando habla del sucesor de Luis XIV, regente que estuvo atacado por el tedio y que solo era capaz de emborracharse y de darse a la lujuria, cita lo que dice Simon sobre él: "había nacido aburrido". La marquesa Du Deffand, apenas cuanto pudo ser amante de aquel regente, escribió también como pocos sobre el tedio en sus cartas dirigidas a Walpole. Chateaubriand define el tedio como Heidegger: percepción de lo existente. Cioran dice que a los cinco años tuvo su primera experiencia del tedio: "sentía que el tiempo se desprendía de la existencia". Aquí vuelve sobre Dostoievski y el personaje de Los poseídos, Stavrogin. Compara el tedio al vacío y los diferencia: aquel es una experiencia occidental, ésta oriental. El vacío, la vacuidad o shunyata es liberación (aunque también vértigo). La escuela filosófica por excelencia para él, es Madhyamika (budismo tardío). Nāgārjuna, por ejemplo dice, era más sutil que Zenón. Para lo que los orientales es éxtasis vacío para los occidentales es negación, ruina. Cioran aprendió a comer en Francia (en Rumania, comer "no formaba parte de la civilización"). Comer se le volvió un acto intelectual y siempre que lo recuerda siente que le pasó lo mismo con la lengua francesa. "Escribir en Francia es un acto consciente". Cuenta la historia de Lacombe, un rico que no hacia nada y que iba a las clases de La Sorbona para corregir a los profesores en errores de francés. Tenía una gran biblioteca erótica, gustaba andar con prostitutas y corregirles los errores de lenguaje. Cuando Cioran escribió Breviario... quiso mostrárselo, pero ni caso le hizo. 
Observa la decadencia, en Francia, del buen escribir y destaca el caso de un tal Thomas que en el siglo XVIII estuvo a punto de perder su entrada en la Academia porque cometió un solecismo.
Más sobre su fragmentarismo. Escribir en contra de algo tiene que tener o tender al género del insulto; la brevedad, entonces, le es necesaria. Los aforismos "se destruyen" entre sí (no se puede leer a Chamfort de cabo a rabo). Los aforismos son, asimismo, pedazos de eternidad. Sugiere que Montaigne es más sabio que Goethe. El maestro Eckhart, dice, es el mayor pensador de occidente, porque es el pensador más indio que hay (donde se termina la sabiduría y los sabios). Occidente se acercó a Oriente a través de lo místico de la experiencia del pensamiento. Describe el éxtasis con una figura de Eckhart: "llegar a la deidad sin Dios." 
De acuerdo con las observaciones del budismo (todo es ilusión, el yo, etc.), él no puede ser budista, está demasiado apegado a su yo. Declina cuando el Buda dice que hay que renunciar al deseo. A propósito de esto cuenta una anécdota sobre su posibilidad de vivir en un apartamento (y dejar de vivir en un hotel): cuando quiere hacer la cuenta, se encuentra negociando por el apartamento. (En consecuencia, el budismo es otra impostura). Además él es colérico, grandísimo pecado para el Buda. Al insomnio lo describe como una calamidad funesta, penosa. Es sentir la Nada (usa el término de Sartre por moda). El insomnio hace que se note la ilusión que es todo. El tedio suele ser menos maníaco que el insomnio; éste termina liquidando al hombre. Cioran cuenta la célebre anécdota de que su madre le dijo "si hubiera sabido, abortaba"; él tenía 20 años y padecía insomnio, no progresaba (socialmente) cuando había sido una gran promesa; un día, describe cómicamente, se tira en un sillón y dice "¡No puedo más!", entonces la madre le dice aquellas palabras referidas, y él siente una liberación en esas palabras porque siente la certeza de que él era un accidente. Gillet le cita un fragmento de Esbozos del vértigo que trata sobre la evolución (o bien de la "armonía" de la funciones biológicas), se podría decir, como opio del cuerpo. Ese fragmento dice que si tuviéramos conciencia de cada órgano del cuerpo éstos dejarían de funcionar, de ahí que la conciencia sea un peligro. Lo mejor ante eso es el desplome, venirse abajo. Esas son las oportunidades que daría la vida antes de liquidar al hereje. Sobre el suicidio dice que es una "elección". Luego "es una de las grandes ideas de que dispone el hombre". Luego dice "Es necesario que se diga a los niños en la escuela 'Mirad, no os desesperéis, podéis mataros cuando queráis'". Esta apertura, obviamente, trae complicaciones. Cuenta que tiene un amigo que le telefonea con regularidad para consultarlo sobre suicidarse, lo que desea hace mucho tiempo. Cioran no puede autorizarlo, le dice, aunque esté a favor. Cioran entonces lo trata de disuadir hasta que una vez le llama el amigo y le dice: "Esta vez va en serio. Voy a suicidarme". Todo termina en el disparate. El amigo intenta efectivamente suicidarse y la policía llega para evitarlo; el joven dice a los policías "Pero... si yo quería matarme por razones metafísicas".




Bibliografía
Conversaciones
Trad. Carlos Manzano.
Tusquets editores, 2011.